El juicio
Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin embargo
la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud hacia el Estado
ateniense y la religión establecida.
Fue acusado en el 399 a. C. de despreciar a los dioses del Estado y de introducir nuevas deidades,
una referencia al daemonion, o voz interior mÃstica, a la que Sócrates aludÃa a menudo.
También fue acusado de corromper la moral de la juventud, alejándola de los principios de la
democracia y se le confundió con los sofistas, tal vez a consecuencia de la caricatura que realizó
de él el poeta cómico Aristófanes en la comedia "Las nubes" representándole como el dueño de una
"tienda de ideas" en la que se enseñaba a los jóvenes a hacer que la peor razón apareciera como la
razón mejor.
La profesora Elena DÃez, nos habla de las circunstancias que rodean la condena de Sócrates:
~ Acerca de lo molesta que pudo ser la actitud de Sócrates, es importante la visión
irónica que nos presenta Aristófanes en Las nubes, en la que el filósofo "en su tienda del pensamiento"
se dedicaba a enseñar el arte de las paradojas a sus discÃpulos. Se dice que la condena a Sócrates fue
motivada precisamente por sus comedias, en una de las cuales afirma: "Este charlatán desvÃa a la juventud
de nuestras enseñanzas". Sin embargo, esto nos parece dudoso, ya que dicha obra fue representada 24 años
antes de que se promulgara la sentencia. Tampoco parece claro que fuera originada por su postura
antidemocrática. Aunque Critias y AlcibÃades habÃan sido discÃpulos suyos, Sócrates rompió con los
Treinta Tiranos y terminó denunciando a Critias. Además, la condena se llevó a cabo en un plano
religioso y moral, y no polÃtico. La imputación que se le hizo fue por
"impiedad pública respecto
a los dioses y corrupción de la juventud".
La ausencia de un cuerpo doctrinal y dogmático acerca de los dioses hace difÃcil tomar en serio la
primera parte de la acusación e igualmente la imputación de corromper a la juventud, a no ser que por
ello se entienda que con su actitud filosófica, Sócrates sometió a la democracia recientemente restaurada
a la misma crÃtica a la que sometió a todas las demás cuestiones de Ãndole moral, gnoseológica o religiosa.
Asimismo, entre sus intereses de hallaba, probablemente, el instruir a una futura clase polÃtica para que
gobernase sabia y justamente. Como entre sus discÃpulos se encontraban personajes tan controvertidos,
anticonvencionales o contrarios a la democracia como AlcibÃades o ArÃstipo, dicha "clase" fue odiada
por la mayorÃa de los escasamente instruidos ciudadanos de Atenas, que se veÃan excluidos de la
intelectualidad aristocrática de Sócrates.
Además de esto, tampoco hay que descartar que existieran motivos subjetivos, pasionales y antiguas
rencillas personales. Esto es claro si tenemos en cuenta que uno de los querellantes, Anito
(los otros dos fueron Meletos y Licón), debÃa guardarle enorme rencor a Sócrates por la muerte de su
hijo, que prefirió quedarse con el maestro, rechazando acompañar a su padre en el destierro, y
muriendo poco después alcoholizado.
Otro hecho paradójico que envuelve la condena de Sócrates es que él mismo rehusó salir impune,
comportándose altaneramente ante el tribunal. Una vez decidida su culpabilidad podrÃa haber
propuesto una pena (antitÃmesis) un tanto más suave que la presentada por la acusación (tÃmesis)
e incluso, podrÃa haber huido, ayudado por sus discÃpulos (Critón) y simpatizantes. Sin embargo,
nada de esto hizo, limitándose a cumplir las leyes que él mismo, como ciudadano de Atenas, habÃa
acatado siempre. Bebió la cicuta y murió, convirtiéndose en uno de los personajes más importantes e
influyentes de la humanidad. ~
Una fuente de primera mano la encontramos en la "ApologÃa" de Platón que recoge lo esencial de la
defensa de Sócrates en su propio juicio:
una valiente reivindicación de toda su vida.
En efecto, fue condenado a muerte. Y aunque la sentencia sólo logró una escasa mayorÃa inicialmente,
cuando, de acuerdo con la práctica legal de Atenas, Sócrates hizo una réplica irónica a la sentencia
de muerte del tribunal proponiendo pagar tan sólo una pequeña multa, dado el escaso valor que tenÃa
para el Estado un hombre dotado de una misión filosófica, enfadó tanto al jurado que éste volvió a
votar a favor de la pena de muerte y, en esta ocasión, por una abultada mayorÃa.
(Ver la ApologÃa de Sócrates, de Platón)
Como se ha dicho, los amigos de Sócrates planearon su huida de la prisión pero prefirió
acatar la ley y murió por ello. Pasó sus últimos dÃas con sus amigos y seguidores, como
también quedó recogido en la obra "Fedón", de Platón, y durante
la noche cumplió su sentencia bebiendo una copa de cicuta, siguiendo el
procedimiento habitual de ejecución en Atenas.