Tras la muerte de Sócrates (399 a. C.), sus discÃpulos se dispersaron y originaron numerosas escuelas filosóficas.
Además de Platón, otros filósofos que, en mayor o menor medida, habÃan sido discÃpulos suyos,
continuarÃan su pensamiento en direcciones distintas, y aún contrapuestas.
Una de esas escuelas fue la Escuela CÃnica, fundada por AntÃstenes (aproximadamente 445-365 a Xto.)
y a la que perteneció el filósofo Diógenes de Sinope,
también conocido como
Diógenes, el del tonel.
Una de sus más famosas anécdotas, junto con la de Alejandro, (que nos ilustran acerca del perfil del filósofo)
es aquella en la que estaba Diógenes cenando lentejas cuando le vio el filósofo Aristipo,
que vivÃa confortablemente a base de adular al rey.
Aristipo le dijo:
—
"Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrÃas que comer esa basura de lentejas."
A lo que replicó Diógenes:
—
"Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrÃas que adular al rey."
Diógenes nació en SÃnope (hoy Sinop, TurquÃa), aprox. 413-327 a.Xto.
Para el filósofo la realidad del mundo sensible estaba fuera de toda discusión.
Esta tesis la dirigÃa directamente contra la teorÃa de las Ideas platónica.
Esta oposición a Platón, además de las consecuencias derivadas de su pensamiento,
le llevó a despreciar la geometrÃa y la música.
Llevó a la práctica el ideal del sabio representado por el cinismo,
recogido en numerosas anécdotas: vida solitaria,
desnudo y sin más vivienda que un tonel, en renuncia constante
de todos los bienes creados por la sociedad humana.
Por cuestiones económicas fue desterrado de su ciudad natal,
hecho que tomó con cierta ironÃa:
«Ellos me condenan a irme y yo los condeno a quedarse.»
Deambuló por Esparta, Corinto y Atenas, en esta ciudad frecuentó el cinosarges y se hizo
discÃpulo de AntÃstenes que predicaba el no respetar las convenciones sociales y evitar los placeres.
Considerado como uno de los más destacados filósofos de la escuela cÃnica.
Los cÃnicos tomaron como modelos a la naturaleza y los animales, los adoptaron como
ejemplos de autosuficiencia y basándose en ello propusieron un modelo de comportamiento
ético que consideraban fundamental para alcanzar la felicidad. Llevó una vida de austeridad y mortificación.
Rechazó también el politeÃsmo con todos los cultos religiosos,
por considerarlos instituciones puramente humanas y superfluas.
Diógenes criticaba las diferencias de clase, predicaba el ascetismo.
La tradición le ha atribuido osadÃa e independencia ante los poderosos,
desdén por las normas de conducta social; según lo que de él se ha contado, vivÃa en un tonel.
Se vestÃa ropas toscas, sus alimentos eran sencillos y pernoctaba en las calles.
Fue respetado por los atenienses, admiradores de su desprecio de las comodidades.
La virtud es la base de su filosofÃa. Despreciaba a los hombres de letras por leer los sufrimientos de Odiseo
mientras desatendÃan los suyos propios y a los oradores que, a su parecer, estudiaban cómo hacer valer
la verdad pero no cómo practicarla.
Anécdotas de Diógenes de SÃnope
Además de la mencionada con Aristipo, se le atribuyen otras muchas anécdotas:
Según la tradición popular Diógenes caminaba por Atenas a la luz del dÃa llevando
una lámpara encendida y cuando se le preguntaba que por qué hacÃa esto contestaba:
"busco un hombre honesto sobre la faz de la tierra".
Cuando Diógenes llegó a Atenas quiso ser discÃpulo de AntÃstenes pero fue rechazado,
ya que éste no admitÃa discÃpulos. Ante su insistencia, AntÃstenes le amenazó con su bastón,
pero Diógenes le dijo:
“no hay un bastón lo bastante duro para que me aparte de ti, mientras piense que tengas algo que decir”.
Cuando viajaba a Aegina fue secuestrado por piratas y llevado a Creta donde fue vendido como esclavo.
Cuando fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabÃa hacer, Diógenes contestó:
“Mandar. Comprueba si alguien quiere comprar un amo”.
Fue comprado por un tal Xeniades de Corinto, quien le devolvió la libertad y le hizo tutor de sus hijos.
En cierta ocasión le invitaron a una lujosa mansión advirtiéndole de no escupir en el suelo,
acto seguido le escupió al dueño, diciendo que no habÃa encontrado otro sitio más sucio donde hacerlo.
En otra ocasión le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos,
a lo que respondió:
"porque piensan que pueden llegar a ser pobres, pero nunca a ser filósofos".
Pero sin duda la más célebre fue aquella en que se encontró con Alejandro Magno mientras el filósofo
tomaba el sol plácidamente.
Fue Alejandro quien empezó la conversación asÃ:
—
"Yo soy Alejandro Magno"
a lo que el filósofo contestó:
—
"Y yo, Diógenes el cÃnico"
Alejandro entonces le preguntó de qué modo podÃa servirle. El filósofo replicó:
—
"¿Puedes apartarte para no quitarme la luz del sol? No necesito nada más".
Se cuenta que Alejandro se quedó tan impresionado con el dominio de sà mismo del cÃnico
que se marchó diciendo: "si yo no fuera Alejandro, querrÃa ser Diógenes".
Según la tradición, murió en Corinto el mismo dÃa que Alejandro.
Se preocupó por la sabidurÃa práctica y no estableció ningún sistema de filosofÃa.